La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias agrícolas, alimentarias, y pesqueras para garantizar una alimentación adecuada, saludable y culturalmente apropiada. Pone en el centro a las comunidades locales, priorizando la producción de alimentos para el consumo interno en lugar de enfocarse en mercados globales.
Sus principios fundamentales
Priorizar la alimentación local y sostenible: Promueve sistemas alimentarios basados en pequeños productores locales, respetando las tradiciones y los recursos naturales.
Control democrático: Las comunidades deben tener control sobre su tierra, semillas, agua y otros recursos necesarios para la producción de alimentos.
Justicia social y económica: Busca eliminar las desigualdades en la distribución de recursos y acceso a alimentos.
Protección de la biodiversidad: Defiende prácticas agrícolas que respeten el medio ambiente.
Rechazo a sistemas alimentarios industriales: Critica la agricultura intensiva, los transgénicos y las prácticas que priorizan las ganancias económicas sobre las necesidades humanas y ecológicas.
¿Cómo contribuye?
Derecho a la alimentación: Garantiza que todas las personas tengan acceso a alimentos suficientes, nutritivos, sanos y culturalmente aceptables.
Sostenibilidad ambiental: Promueve prácticas agroecológicas que preservan la biodiversidad y los ecosistemas.
Desarrollo comunitario: Fortalece las economías locales, fomenta el empleo rural y refuerza la identidad cultural de las comunidades.
Resiliencia frente a crisis: Reduce la dependencia de mercados globales volátiles, asegurando una mayor estabilidad alimentaria. Pero también acceso a tierra, semillas, agua y mercados justos.
La soberanía alimentaria no solo es una alternativa al sistema alimentario globalizado, sino también un modelo que aboga por la equidad, por la defensa de la naturaleza y el empoderamiento de las comunidades rurales y urbanas.