Desde tiempos prehispánicos cada 24 de junio los hombres y mujeres del ande hacen un alto a sus labores diarias y sacrificadas, para celebrar y homenajear a la Madre Tierra por las cosechas recibidas, en marco del inicio del Año Nuevo Andino. De todas las fiestas con raíz incaica, el Inti Raymi ha sobrevivido a todos los procesos históricos de nuestro país hasta llegar hasta nuestros días.
En la actualidad este día no solo se conmemora la fiesta del Sol,que involucra a la comunidad andina, ahora todos los peruanos tomamos este día como una jornada en la que se rinde homenaje al hombre y a la mujer del campo, que con su arduo trabajo forjan el carácter de nuestro país.
Este reconocimiento no fue dado desde siempre, es recién 1930, cuando el presidente Augusto B. Leguía, decreta oficialmente la celebración del “Día del Indio”, con la finalidad de destacar la importancia que tiene el hombre del campo para el desarrollo del país, pero esta celebración era flor de un solo día, las comunidades campesinas seguían viviendo en la servidumbre y la marginación.
La verdadera reforma para el reconocimiento y el respeto a la labor del hombre y la mujer del campo la dio el general el Gral. Juan Velasco Alvarado con la Ley N° 17716 en el marco de aplicación de la Reforma Agraria.La situación de los campesinos antes de este cambio radical era muy crítica, tal como lo relata el dirigente de la Confederación Nacional Agraria, Marcelino Bustamante: “El cambio de indio a campesino, fue una forma de dignificar al hombre indígena, quien era sometido a una semi esclavitud donde el hacendado y las personas que tenían propiedades, poder político y económico explotaban al indio con el método del enganche para sus cultivos en la costa. Sobre todo buscaban algodoneras y agricultores de caña de azúcar a quienes alquilaban las haciendas serranas y explotaban por varios meses en la costa, ofreciéndoles solo un poco de alimento.Los únicos beneficiados de este sistema de explotación eran los hacendados de la sierra y la costa. Es por ello que Velasco viendo esa injusticia dio la Reforma Agraria”.
Los progresos que obtuvieron los hombres y mujeres del campo a través de la Reforma Agraria no solo se limitaron a la posesión de sus territorios ancestrales, también se dignificó el rol económico, social y cultural de las familias campesinas como descendientes y herederos de aquellos pueblos indígenas y originarios asentados mucho tiempo antes de la colonización europea.
La forma de adaptar estos derechos por parte de la comunidades campesinas las explica el presidente de la Confederación Nacional Agraria, Antolín Huáscar: “Ahora las normas y el Estado peruano consideran los derechos del pueblo indígena, el ser campesino es una herramienta, pero a su vez este sigue siendo originario indígena, pues tiene más allá de 500 años, los pueblos mantienen la posición indígena, pero respetando la ley de la Reforma Agraria que generó un cambio radical en derechos campesinos”.
Sin embargo, estos derechos no son respetados en todo sentido, ni por todos los actores sociales involucrados, en la actualidad han surgido nuevas formas de aprovecharse del hombre y la mujer del campo, como son la desvalorización de sus productos que son el sustento de su hogar. “Los pueblos campesinos exigimos la valorización de nuestros productos, ya que su comercialización está por debajo de los costos de producción, así como el incremento el presupuesto al sector agrario hasta el 10% del PBI”, son nuestras principales demandas relata Víctor Raúl Maita, presidente de la Federación Agraria Revolucionaria Túpac Amaru II-Cusco (FARTAC).
Por otro lado el fenómeno del cambio climático también es una realidad que está afectando a nuestros pueblos indígenas u originarios, quienes ven amenazados sus sistemas productivos por la degradación y erosión del suelo y por ende la reducción de las cosechas derivadas de fenómenos meteorológicos extremos (sequías, huaycos, inundaciones, etc), así lo expresa Niria Altamirano, presidenta de la Federación Departamental Agraria de Ica (FADEICA): “Los fenómenos naturales que se están presentando en nuestro país nos tienen preocupados, porque el agro no está en sus mejores condiciones. En mi región el clima ha variado tanto , antes nosotros sabíamos cuando era época de siembra pero hoy en día debido al cambio climático no sabemos cuándo sembrar, a ello se debe las bajas producciones, nuestros productos llegan a encarecer sus costos de cultivo y ya no resulta rentable para nuestros hermanos y hermanas agricultores (as). Lamentablemente el Estado está de espaldas hacia nosotros, no existe un acercamiento.”
Una realidad similar lo manifiesta la lideresa de la Federación Agraria Regional de Junín (FAREJ) Rosalía Clemente, quien demanda mayor atención de parte del Estado peruano hacia la pequeña agricultura familiar, a la cual se dedican la inmensa mayoría de comunidades y aporta alrededor del 70% de los productos alimenticios que se consumen en el Perú: “Es importante visibilizar el rol que cumplimos los hombres y mujeres del campo, ya que nosotros le hacemos frente al fenómeno del cambio climático, cuidamos la semilla y producimos alimentos. Como comunidades campesinas e indígenas necesitamos más apoyo, falta una mayor atención a la pequeña agricultura. Por esta razón, demando al Estado que tenga un mayor interés en solucionar los problemas de las comunidades campesinas y nativas, pero también es necesario fortalecer las capacidades de los líderes y lideresas campesinas, para que así puedan seguir luchando por nuestros derechos.”
Sin embargo, ante las adversidades las comunidades campesinas y nativas han visto en la unión una forma de hacerle frente a sus problemas que los acechan a diario, tal es el caso exitoso que nos narra,el presidente de la Federación Agraria Selva Socialista( FASSOL),Gilberto Pinedo Vasquez:”La FASSOL ha logrado integrar a 16 comunidades campesinas y nativas que habitan alrededor del río Momón, ellas se han articulado con nosotros para el proceso de la titulación de tierras, hemos avanzado progresivamente. Ahora ellos están muy agradecidos y fortalecidos porque ya tienen una herramienta que les sirva como soporte en la defensa de sus derechos”.
Del caso anterior se puede notar que los pueblos unidos, pueden lograr la defensa de sus derechos, seguir en la lucha por seguridad jurídica territorial y contribuir con adecuados y participativos procesos legales y políticos como cualquier ciudadano peruano.
Por ello, un pedido generalizado entre los distintos líderes y lideresas de las bases que conforman la Confederación Nacional Agraria, es la mayor unidad y hermandad entre los agricultores (as) de las diferentes regiones del país, para que así puedan llevar adelante las propuestas hacia el gobierno.Lo que solicitan las organizaciones campesinas e indígenas como la CNA y los organismos afiliados es el fortalecimiento de la unidad y el incremento de capacitaciones que les permitan identificar sus problemas, para la búsqueda de soluciones efectivas.
De esta manera desde CNA expresamos nuestro sentido reconocimiento a todos los hombres y mujeres del campo que con su trabajo abastecen la canasta familiar en el Perú, preservan el medio ambiente y mantienen viva su identidad cultural.
Nuestra organización reafirma su compromiso en continuar reivindicando y defendiendo los derechos de los pueblos indígenas u originarios del Perú, junto a nuestras bases regionales seguiremos emprendiendo esta larga lucha en busca del reconocimiento y respeto de los derechos colectivos de nuestros pueblos, los cuales muchas veces han sido negados, limitados y vulnerados a lo largo del tiempo.
¡Viva la Reforma Agraria y las políticas que reivindican nuestros derechos!
¡Vivan los pueblos originarios e indígenas del Perú!